Associació d'Afectats de Discapacitat Derivada de Malaltia Mental Terraferma

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5 de febrer del 2011

AGORAFOBIA, CEREBRO Y EMPATÍA

Existen personas que sufren angustia cuando están en lugares públicos. Se trata de la agorafobia, un trastorno de ansiedad producida, en la mayoría de los casos, por la incapacidad del cerebro de reconstruir la información espacial de los sentidos. La misma habilidad que, según el neurocientífico Alain Berthoz, está relacionada con la capacidad de sentir empatía. Un ejemplo de cómo las emociones y la cognición están relacionadas.

Miriam Peláez:
¿Qué experimenta una persona con agorafobia?

Alain Berthoz:
Cuando el sujeto se encuentra en un supermercado, en un ascensor, en el metro o en cualquier lugar público, la agorafobia desencadena efectos fisiológicos muy graves. La persona sufre ataques de pánico que se parecen de una cierta forma a los efectos del vértigo. Hay un gran número de personas que padecen esta enfermedad.

MP:
¿Cuál es la causa de la agorafobia?

AB:
Durante mucho tiempo se pensó que este trastorno era de origen puramente social. Se creía que era un problema de comunicación, que la gente tenía miedo de encontrarse con los demás. Hoy en día, predomina la idea de que, por lo menos en una parte de los casos, se trata de dificultades en la capacidad del cerebro de reconstruir su propio cuerpo y el mundo exterior. Las personas sanas, reconstruyen esa información a partir de la información de la visión, de los sensores que tenemos en el oído llamados los sensores vestibulares que nos dicen dónde está nuestra cabeza en el espacio y sensores del cuerpo en general. Cuando fallan estos sensores o cuando el cerebro no consigue agrupar todas estas informaciones, puede surgir esa desorientación.

MP:
¿Cómo se puede tratar este trastorno?

AB:
Siguiendo la interpretación actual de la agorafobia, entendida como un trastorno de la orientación espacial, no se intenta curarla pero sí compensar sus efectos como los ataques de pánico. Los psicólogos han puesto a punto métodos llamados de terapia cognitiva y comportamental que consisten en exponer y someter a los pacientes justamente a las situaciones que les provocan alteraciones en condiciones protegidas. El hecho de exponerse, obliga aparentemente al cerebro a encontrar una solución, a resolver el problema.

MP:
¿Qué significa “en condiciones protegidas”?

AB:
Actualmente, con psiquiatras y psicólogos, estudiamos la posibilidad, no sólo de exponer a los pacientes a las diferentes situaciones en la calle, en el metro, o incluso por la imaginación, sino que utilizamos la realidad virtual. Construimos entornos virtuales: túneles, supermercados. La idea es comparar ahora la eficacia de esta exposición mediante la realidad virtual con la exposición clásica de las terapias cognitivas por la imaginación o la exposición real.

MP:
Usted también ha relacionado la capacidad de sentir empatía con la capacidad cerebral de manipular el espacio. ¿Cómo se relacionan ambas facultades?

AB:
Hay que distinguir la simpatía -en la que estoy triste o estoy contento, pero no salgo de mí mismo para colocarme en el lugar del otro- de la empatía, en la que siento la emoción y al mismo tiempo la siento en el lugar del otro. Y mi idea es que los mecanismos del cerebro que permiten realmente la empatía, es decir, sentir los dolores o las alegrías del prójimo, son los mismos –o en parte los mismos- que los que nos permiten manipular el espacio.

MP:
Cíteme un ejemplo.

AB:
Si usted intenta acordarse del camino desde su casa al despacho, lo puede hacer permaneciendo usted misma, siendo ego-céntrica, acordándose de la ruta que ha hecho para ir al despacho. Pero puede también salir de usted misma e imaginar sobre un mapa su trayecto o incluso imaginar otra persona que puede hacer el trayecto en sentido inverso, por ejemplo. Estos dos mecanismos, que llamamos respectivamente en nuestra jerga ego-céntrico y alo-céntrico -del otro- están ligados a la capacidad del cerebro humano de salir de sí mismo, de cambiar de punto de vista.

MP:
O sea, es una prueba más de la relación entre emociones y cognición.

AB:
Exacto. Y mi idea es que no puede haber realmente empatía si no podemos cambiar de punto de vista. Es posible que los mecanismos que nos permiten manipular el espacio son en parte necesarios también para poder sentir la empatía. Es decir que, una vez más, vemos la relación entre el cerebro de las emociones y el cerebro cognitivo que permite manipular el espacio o hacer geometría.

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